Cuando el hogar se ve bendecido con la llegada de un bebé
todo es alegría, sobre todo si el niño está sano. Pero a la par de los
sentimientos de alegría, siempre existe algún temor en su cuidado, queremos
hacer lo mejor y la llegada de un bebé es una experiencia nueva. No importa que
no sea el primero.
1. Las flemas. Es común que los
recién nacidos tengan flemas, y que presenten alguna dificultad para su manejo,
por lo que conviene tener una pera de hule a mano, para que en caso necesario,
se le introduzca estripada y despacio en la boca, llegando a la parte de atrás
de la lengua, con lo cual al soltarla se logra la aspiración de las flemas.
Esta maniobra se puede repetir varias veces con el niño de medio lado, y es
mucho más segura que tratar de sacar la flema con los dedos.
2. El cuidado del ombligo. La ligadura del
ombligo la hace el médico para evitar el sangrado a través de sus vasos, los
cuales cumplieron el papel fundamental de alimentar al feto. El resto que queda
del cordón umbilical se momifica y se desprende entre el 5 y el 10 día. Durante
este tiempo el ombligo debe estar seco, sin sangrado, sin secreciones ni olor
fétido, y la piel a su alrededor no debe estar enrojecida, lo que nos indica
que no hay infección. Para mantenerlo en esas condiciones, se recomienda
limpiarlo diariamente con alcohol de 70 grados, y una vez que el se ha caído,
con agua y jabón. Llame a su médico si usted nota la piel roja, sabgrado, pus,
si el ombligo huele mal o si no se ha caído después de tres semanas.
Los recién nacidos estornudan con frecuencia, y
prácticamente presentan hipo cada vez que comen, vomitan a veces y regurgitan
pequeñas cantidades de leche, evacuan muy líquido y muy frecuentemente, y
conforme pasan las semanas, pueden pasar varios días sin evacuar, todo lo cual es
perfectamente normal.
Existen sin embargo, algunos signos de alerta que nos
obligan a consultar con el médico, tales como:
- El sangrado por el ombligo o por cualquier otro sitio,
- La presencia de fiebre o la hipotermia,
- La flacidez y el llanto débil,
- El quejido constante,
- Los cambios en el color de la piel (palidez, cianosis o sea el color azulado, la ictericia, que es el color amarillo),
- La dificultad para comer,
- El vómito o el llanto constantes,
- Menos de tres orinadas por día,
- La ausencia de evacuaciones con distensión del abdomen,
- Pérdida de peso en los primeros días de más del 10% del peso al nacer.
Podríamos citar más signos de alerta, pero como en
todo, debe usarse el sentido común, y recordar que es mejor consultar cuando se
tiene la duda, ya que siempre debe prevalecer el interés del niño.
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